Cuando pierre hermé pone el pomelo en el corazón de una creación, es para resaltar todas las facetas de su pequeña piel blanca ligeramente amarga que subraya los aromas verdes y crujientes del ruibarbo. Una nota alegre y equilibrada que se fusiona en el corazón, con especias sensuales y picantes. Una declinación inédita donde las notas amaderadas de cedro evocan la sensación de un pomelo que traspasa la acidez de los ramos de ruibarbo.