Diseñador de moda y alborotador desde 1976, Jean Paul Gaultier ha inventado un universo al que todos están invitados. Su extraordinario destino es el de un niño de los suburbios que, sin ir a la escuela de moda, se convertiría en uno de los mayores modistos del mundo. Gracias a su audacia, su talento, su irreverencia y, por supuesto, su humor.
Eterno agitador, Jean Paul Gaultier disfruta mucho mezclando todo, agitando todo. Con él, el sensual corsé ya no se esconde bajo la ropa, sino que es la ropa misma. Como una poderosa reivindicación de la ultrafeminidad. La falda también hace saltar por los aires todos los códigos y ocupa, con orgullo, su lugar en el vestuario masculino. Jean Paul Gaultier reinventa todo y a todos. Hace desfilar no solo a sus empleados y a sus amigos, sino también a los vecinos, a los editores de moda o a la gente que selecciona espontáneamente por la calle.
"Mi excentricidad se ha convertido en mi norte". Y su mirada se posa con la misma libertad en diversos objetos cuyo destino se divierte en cambiar. Así, Jean Paul Gaultier convierte una simple lata de conserva en un precioso y ya mítico estuche para sus perfumes.