Se dice que una mañana el grandioso gaultier entró en su mítica fábrica, grande, alegre y luminosa y vio a mujeres y hombres. Pensando en su ocio, decidió hombres y mujeres deben pasar tiempo juntos. El primer día, creó un jardín enigmático y encantador. El segundo día, creo a sus protagonistas, nacidos de los originales classique y le male, pero mucho más puros, desnudos (aunque no parecen tener frío). El tercer día, creó los pecados más deliciosos y dejó claro que las tentaciones son para caer en ellas. El cuarto día aprovechó para descansar (y dejarles explorar). El quinto día, la fiesta estaba en pleno apogeo, el jardín estaba exhuberante, con humor para la aventura y el descubrimiento de uno mismo y de los demás. Fue cuando se percató de que su creación olía casi divina.